Elegante, tradicional y de calle son algunos de los adjetivos que definen el último proyecto que hemos llevado a cabo en Coblonal. Te abrimos las puertas del restaurante “Jiribilla”, alojado en el barrio de Sant Antoni, un binomio excepcional entre la cocina cálida catalana y la chispa picante y colorida de la gastronomía de México.
Te explicamos cómo hemos encapsulado en forma de restaurante la esencia mexicana más pura, terrosa, cálida, azteca y tradicional y hemos conseguido traer los aromas y texturas de México hasta las calles de Barcelona.
El chef barcelonés Gerard Bellver, asociado al mexicano Alejandro Álvarez, es el piloto de nuestro último proyecto gastronómico, ubicado en el barrio de Sant Antoni de Barcelona. En cuanto entres por las puertas del “Jiribilla”, enseguida notarás esa esencia picante, cálida y especiada tan tradicional e identitaria de la tierra de México.
“Que tenga solera”, nos decían Gerard y Alejandro el primer día que se sentaron en nuestro estudio. De hecho, una de las premisas que nos pusieron sobre la mesa era la de construir un restaurante elegante y que vibrara como las calles mexicanas.
Con un espacio entre manos que cuenta con una superficie de 297m2 para alojar hasta 81 comensales y 100m2 de cocina, nos pusimos manos a la obra para construir un restaurante que encapsulase el recetario de la cultura gastronómica mexicana y mediterránea.
Para conseguirlo, aprovechamos el pavimento de hormigón original de base, y optamos por vestir el espacio a partir de una selección cromática general basada en la propia esencia y materialidad de los elementos. Hemos jugado con los tonos áridos y terrosos tan típicos del imaginario cálido, especiado y picante de México.
La tierra y el mar es el binomio del que se nutre el diseño de “Jiribilla”. Hemos conjugado los colores pardos con techos pintados en un gris cálido, que también nos ha servido para disimular las instalaciones a la vista.
También hemos jugado con las texturas y las aguas, para potenciar la irregularidad y las imperfecciones del espacio. Todo ello, nutrido con mobiliario de madera y fibras naturales, detalles de microcemento de color terracota y utilizando el ladrillo y un cristal catedral que abraza todo el espacio.
En México, jiribilla es un concepto que hace referencia a una inquietud, pero también describe algo en doble sentido. Y, precisamente, esta dualidad es la que conceptualiza la zonificación del “Jiribilla”, en la que confluyen en un mismo espacio tres escenarios en armonía: la zona de la barra, a la entrada del restaurante, la zona de la cocina y la zona del comedor.
El primer detalle que da el pistoletazo de salida al “Jiribilla” es un mueble de grandes dimensiones situado en la entrada derecha del restaurante. Es una pieza confeccionada a medida a través de una combinación de maderas recicladas de un mueble antiguo de farmacia y maderas de encofrado de construcción.
Este elemento también consta de un espejo frontal de nitrato de plata, con manchas negras y aguas oxidadas que acentúan la sensación de ser una prenda antigua y con huella propia. Además, lo hemos sellado con tiradores que son tenedores y cuchillos antiguos provenientes del Mercat dels Encants de Barcelona.
Ya desde la entrada del restaurante se respira puro México. Y, para conseguirlo, hemos vestido a gran parte del local con decoración proveniente de la capital mexicana. Las estatuas, algunos de los cuadros, los cactus que suben por las paredes y algunas de las piezas del mobiliario son pertinentes a la marca mexicana Huakal.
Custodiada por taburetes modelo Tulum Banana, de la marca Taller de las Indias, la barra del “Jiribilla” da el pistoletazo de salida al restaurante. Permite alojar a 28 comensales y está equipada con todas las herramientas necesarias que le permiten funcionar como una entidad independiente en la cocina.
Su morfología enseguida llama la atención: aparece dispuesta en forma de “U” y se alarga hasta la cocina. Está construida a partir de ladrillo manual y con un sobre de mármol negro de Calatorao.
Y es que precisamente, una de nuestras resoluciones a nivel espacial fue dotar de protagonismo y versatilidad funcional a un elemento tan sencillo como el ladrillo manual. Repitiendo este elemento y jugando con su posición y tamaño, hemos conseguido varias funciones. Una de ellas es, por ejemplo, avanzar algunas de estas piezas en la zona de la barra para que actúen como gancho para colgar chaquetas y bolsas. Además, en la zona de la barra hay pequeñas hornacinas hechas con ladrillo que permiten almacenar diferentes utensilios de menaje de sala.
Así pues, este elemento se repite también en la zona dedicada a la exposición de vinos. Una bodega diferenciada con dos vinotecas, una para vinos blancos y la otra para vinos tintos, queda enmarcada en esta materialidad protagonista.
Iluminar sutilmente el ladrillo y así potenciar su textura rugosa, supuso un reto. Para resolverlo, hemos planteado una solución lumínica basada en unas lámparas de diseño propio realizadas a base de tubos de cobre. En la barra, por ejemplo, aparecen colladas para que el punto de luz no aparezca a la vista y van siguiendo el conjunto, dotándolo de ritmo visual.
Y es que la barra es un escenario excepcional, diseñado para la minuciosa preparación de un catálogo de 28 cócteles de pura esencia mexicana. Esta amplia carta de bebidas requiere disponer de una lista extensa de ingredientes que necesitan ser almacenados en un punto que garantice una accesibilidad fácil y una conservación óptima. Por esta razón, hemos equipado el interior de la barra con mobiliario y bandejas de acero inoxidable que permiten recoger todos los ingredientes.
Una de los grandes protagonistas del “Jiribilla” es la lámpara fija que recorre toda la forma de la barra hasta llegar a la zona de la cocina. Se trata de una estructura metálica sujetada en el techo que cumple una doble función: iluminar y almacenar. Además, esta pieza también nos ha permitido unificar la barra y cocina exterior de show cooking, y cohesionar y unificar el espacio a nivel visual.
Este volumen tiene un perímetro exterior de 31m y está revestido con 50 frontales confeccionados a partir de vidrio catedral intercalados con estantes. El color que tiene el cristal retroiluminado hace que el espacio quede bañado en tonos azul-verde y haga un guiño al mar y en la brisa del Pacífico, dos elementos protagonistas dentro de la carta del restaurante.
Gazpacho de tomate verde, chile ahumado y verduras confitadas, lubina con salsa de mantequilla morita, lengua con salsa de mole, y guisos catalanes a raudales. Estos son algunos de los platos que se pueden degustar en el comedor, un espacio que permite acoger hasta 53 comensales y en el que las mesas aparecen enfocadas a un show cooking ubicado en una isla abierta.
Para vestir el espacio y alojar a los comensales, hemos incorporado mesas y sillas confeccionadas con madera y fibras naturales del modelo Tulum de la marca Taller de las Indias. Este salón-comedor está abrazado por un banco perimetral con asientos abatibles que actúan como espacio de almacenamiento. Es una pieza que hemos vestido con cojines de tonos naturales y la hemos intercalado con jardineras diseñadas a medida que juegan con diferentes tamaños y una variedad diversa de plantas típicas del imaginario mexicano.
En medio de la sala, hemos incorporado una mesa grande redonda revestida con microcemento y bañada con la luz de una lámpara suspendida en el techo modelo Maar Drop de la marca Let’s Pause.
El proyecto de iluminación queda sellado con piezas que juegan con texturas cerámicas como la lámpara de sobremesa modelo Tierra de la marca Pott Project. Para dar un extra de calidez, se han dispuesto varios apliques y lámparas suspendidos del tradicional modelo Cirio de la marca catalana Santa&Cole.
Este espacio habla con un lenguaje callejero: elegante, pero al mismo tiempo desenfadado. Se ha conservado el material original del pavimento y algunas paredes. Por lo que respecta al resto de paramentos verticales, hemos aplicado un tipo de estuco con arena sin pulir y microcemento.
La cocina del “Jiribilla” es un espacio en plena efervescencia que rechaza los convencionalismos y fusiona el recetario catalán y mexicano. En este caso, hemos planteado este escenario para que aparezca semi abierto. La primera parte de la cocina está abierta al comedor para que el comensal pueda observar en vivo y directo la preparación escrupulosa de cada plato.
Una isla central de inoxidable es el volumen protagonista del escenario de la cocina abierta. Hemos zonificado esta primera parte de la cocina en diversas áreas que permiten que los miembros del equipo puedan trabajar a la vez en un mismo espacio distintos puntos de una misma elaboración culinaria. Es, en resumen, un show cooking a la vista y abierto al público pensado para realizar los últimos retoques y cocción de los alimentos.
Esta isla, además, está confeccionada con frontales de colores naranjas enmarcados con detalles de inoxidable que siguen la tónica cromática del restaurante, permitiendo que se integre con el resto del espacio.
Puertas adentro, la cocina continúa en plena acción, y cuenta con una zona cerrada al público que hemos distribuido con un espacio de cocción, corte, pastelería y almacenamiento. Todo ello llevado a cabo con mobiliario de cocina de inoxidable pensado para el uso profesional.
Para conferir una sensación de intimidad y calidez en el espacio, en lugar de optar por las típicas tonalidades blancas con las que se suelen vestir los baños de los restaurantes, nos decantamos por los colores cálidos y oscuros, como los tonos tierra, pardo o bisonte, siguiendo y respetando la paleta cromática que predomina y define el “Jiribilla”. Esta elección de colores le confiere al baño una sensación íntima y acogedora.
Huyendo de la impersonalidad, también hemos incorporado siluetas y figuras mexicanas pintadas a mano en las puertas de las cabinas de baño, que no tienen distinción de género. Además, también hemos integrado el arte en este espacio, colocando piezas que proceden de México.
Una de las banderas Coblonal es mantener la esencia y autenticidad propia de cada espacio reformulado. En este caso, nos encontramos con que el local estaba vestido con suelo de hormigón. Las irregularidades y rugosidades propias de este tipo de pavimento las hemos convertido en una solución estética llenándolos con resina, objetos y recuerdos típicos de México.
Para celebrar y mostrar la esencia del Jiribilla, las recetas de su chef no sólo están recopiladas junto a los fogones de la cocina. También las hemos plasmado en forma de cuadros expuestos en las paredes del local.
Así pues, «Jiribilla» se posiciona como un rincón de Barcelona en el que la esencia de México queda mezclada de forma equilibrada y armoniosa con la tradición mediterránea. Hemos pensado con cuidado y minucia cada detalle para acabar confeccionando un espacio polifacético y multifuncional en el que se puede almorzar o cenar, pero también tomar un buen cóctel de firma mexicana al mediodía o un café a media tarde.
En definitiva, «Jiribilla» es un espacio en el que podrás disfrutar de una experiencia culinaria única dentro de un entorno que capta la esencia coloreada, vibrante y cálida de México. Te invitamos a descubrir e indagar en nuestros proyectos, o visitar nuestras plataformas sociales para conocer con más profundidad la esencia Coblonal.
Fotografías por: ©Heidi Cavazos