Disponer de un entorno ordenado es una fuente de satisfacción. Llegar a casa y reencontrar tu hogar en perfectas condiciones es un escenario ideal, pero también poco habitual para la mayoría de la población. O tenemos una inquebrantable disciplina que nos hace marchar de casa con todas las tareas hechas y todo en su sitio o disponemos de alguien que limpia y ordena en nuestra ausencia.
En cualquier caso, habitar conlleva en mayor o menor medida desordenar y ordenar de forma continua. Si vamos a la compra, debemos almacenar en algún lado lo que hemos comprado, si cocinamos deberemos limpiar la cocina, si cambiamos la ropa de armario, si los pequeños de la casa juegan con sus juguetes, si hacemos la colada…
A esta tarea sin fin, le podemos añadir otra máxima que lo complica todo un poco más. Y es que la medida del orden es siempre relativa. En este sentido, podríamos establecer lindares diferentes entre personas. Asimismo, a lo largo de nuestra vida, también modificamos nuestra percepción sobre lo que está suficientement ordenado o no. Nos acostumbramos a otros lindares más bajos que el nuestro que al principio nos sacában de quicio. O hacemos nuestros niveles de exigencia que jamás habríamos soñado.
Sea como sea, disponer de algunos trucos útiles para lograr mantener el orden en casa nunca están de más. El modo de ver las cosas del interiorismo nos puede facilitar las cosas y aportar trucos fundamentales para logralo.
El primero de ellos es de una lógica aplastante: cuantas menos cosas tengamos que ordenar más fácil será mantener el orden. Lo cierto es que tener pocas cosas facilita que estas estén donde se espera y mantener el orden. El minimalismo sería la corriente vital y estética más representativa de este principio. Pero esto no quiere decir que sea la única opción. A menudo confundimos orden con simplicidad. Pues podemos tener multitud de objetos perfectamente ordenados, dispuestos por medida, colores o tipología. El maximalismo sería la corriente opuesta. Multitud de objetos, colores y texturas que algunos dirían que consiguen distraer y difuminar la linea entre el orden y el desorden. En nuestra opinión, la simplicidad ayuda y resulta un buen principio o truco fundamental para mantener el orden, pero no es una condición indispensable y podemos lograr el orden en entornos complejos estableciendo un criterio y equilibrio en el conjunto de elementos.
Como hemos mencionado, es muy difícil vivir en una casa y que todo esté siempre de revista, listo para recibir visitas. Pues el desorden aparece sin cesar como consecuencia directa de habitar. De este modo, estaría bien asumir que el orden es muy importante, pero también lo es el desorden, pues es una consecuencia de hacer cosas. De qué sirve un hogar si no lo podemos usar con naturalidad.
Lo que tenemos que lograr es que el desorden inherente al habitar tenga su lugar específico y que no distorsione el conjunto.
Por ejemplo, la ropa de la colada es uno de los elementos que acostumbran a generar cierto aspecto de desorden. El ciclo de la colada (para lavar, lavar, secar, doblar y guardar) requiere su tiempo y espacio. Para evitar su impacto en el orden de la casa, es necesario prever un espacio dedicado o circunstancial, ya sea en el salón, cocina o alguna habitación. Lo importante es que tengamos previsto qué, cómo, cuándo y dónde va a suceder y no tenernos que adaptar continuamente al entorno. Siempre habrá excepciones con las que tendremos que lidiar, pero si el desorden tiene su propio espacio estará controlado dejando el resto de espacios al margen.
Disponer de suficiente almacenaje es fundamental para poder mantener un entorno ordenado en el hogar. Para ello debemos hacer una buena previsión del almacenaje necesario y de los espacios óptimos que la estructura y distribución de nuestro hogar nos permite. Esta conjunción a menudo no es evidente y es por ello que nuestro trabajo como interioristas se centra en buena medida en dar remedio mediante la distribución y diseño de mobiliario a medida a un briefing concreto de nuestros clientes para unas condiciones de espacio y presupuesto concretas.
En concordancia con el consejo anterior, aconsejamos combinar opciones de almacenaje abierto y cerrado donde los objetos que queramos mostrar luzcan adecuadamente y todo aquello que debemos almacenar pero no queremos mostrar tenga su sitio. Por ejemplo, nos gusta que nuestra colección de libros y alguna figurita curiosa esten a la vista, pero no es necessario que la caja del router y los apuntes de la última formación que hemos atendido lo estén.
Una vivienda es como un barco. Necesitamos que toda la tripulación conozca la misión y cumpla su función. Si una parte de la tripulación no colabora, la misión peligra y otra parte de la tripulación deberá asumir más trabajo y lidiar con los inconvenientes añadidos.
Es importante corresponsabilizar a toda la familia en la tarea sin fin de mantener cierto orden. Pero lo es aún más que todos conozcan la misión y que se establezcan ciertos roles. Lo ideal es establecer una imagen ideal a reproducir, un standard que sirva de referencia de normalidad a la que tender. De este modo, cualquier alteración puede ser detectada y reestablecida. Si además responsabilizamos a algunos de los miembros de tareas específicas, conseguimos una mayor eficiencia aunque también corremos el riesgo de generar conflictos. Para ello, está bien que alguien asuma un rol de coordinador y pueda reasignar roles y detectar si alguien no cumple adecuadamente sus funciones. Y lo más importante, recordar al resto la razón de ser, los beneficios de vivir en un entorno con cierto orden y equilibrio.
En cualquier caso, por muy adecuada que podamos tener nuestra vivienda para mantener el orden, ya sea con almacenaje a medida, espacios para el desorden o la simplicidad como principio, es imprescindible compartir objetivos con las personas que habitamos.
Los interioristas nos encargamos de diseñar esta imagen final y las mejores condiciones para que sea posible. En eso os podemos ayudar, mantenerlo, es tarea vuestra.