El recibidor, el gran olvidado
La estructura de una vivienda conforma un recorrido donde, además de servir a las diferentes actividades, ofrece un reflejo-mapa donde se puede percibir la esencia de los habitantes. Recibidor del latín recipere, significa de manera original la capacidad de conectar, y de funcionar como medio receptor. En este sentido, desde que se abre la puerta de un hogar, es posible imaginarse el cómo y el qué transcurre en ella.
Por ello, un recibidor descuidado e incoherente con el resto de la estrategia de la vivienda, es como una nota desafinada en una armonía.
Los recibidores dan la primera impresión-sensación de hogar y aun así son uno de los espacios más olvidados.
Cada casa cuenta con su propia distribución y tamaño, por lo que es difícil considerar una estrategia estándar: todo dependerá de cada caso y será necesario estudiarlo para sacar las máximas funcionalidades. A pesar de ello, en el momento de proyectar un recibidor existen un par de dimensiones a tener en cuenta que inciden en que un recibidor que cumpla sus funciones cotidianas y al mismo tiempo sirva de transición entre el exterior y el interior.
A nivel emocional y sensorial, el recibidor materializa la transición desde la calle al interior de la vivienda; desde la vida pública hacia la intimidad. El recibidor al igual que el pasillo es un espacio caracterizado por el movimiento, por la transición, pero en el que nos detenemos a recibir, a sacarnos y colgar la chaqueta, dejar la bolsa y las llaves. Del mismo modo, da acceso al resto de la vivienda. La primera interacción se da en el recibidor y se debería presentar como un espacio de acogida y promesa de bienestar para habitantes y visitas. En definitiva, el recibidor, lejos de ser un espacio apartado de los intereses del interiorismo, se posiciona como una estancia multifuncional caracterizada por el almacenamiento, la transición emocional y promesa estética.
En definitiva, creemos que el recibidor es un actor olvidado pero fundamental en la distribución de cualquier vivienda. Además de las funciones básicas de almacenamiento y recepción, el recibidor funciona como espacio distribuidor entre la zona de día y la zona de noche. Como una pieza clave para solucionar la nueva distribución de cualquier proyecto integral de interiorismo.
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