Un ático de unos 95m2 que parte de dos pequeños apartamentos abiertos a una generosa terraza longitudinal.
La distribución original con la que nuestra clienta adquirió el inmueble, ya aunaba ambas piezas en una sola vivienda, pero con una distribución un tanto enrevesada y parcelada. Cuando sus hijos se independizan, se abre una buena oportunidad para repensar su modo cotidiano de vivir. Y aquí entramos nosotros.
Nuestra propuesta implicó importantes cambios respecto a la distribución original. Renunciamos a una habitación, pero ampliamos y reunificamos la zona social de la vivienda en un amplio y luminoso espacio que reúne salón, comedor y cocina. De hecho, la cocina se reubica en el espacio que ocupaba una de las dos habitaciones individuales en la distribución original.
Además de mejorar la zonificación de la vivienda, conseguimos un amplio espacio social donde reunir a la familia y amigos entorno a una mesa. Ahora, con esta distribución abierta, preparar algo de comer se vuelve también una actividad social aunque manteniendo la disposición y proporciones de una cocina tradicional. Un pequeño y sencillo despacho completa el conjunto que adquiere modularidad gracias a una enorme puerta corredera que queda totalmente integrada y casi invisible gracias a unos discretos tiradores blancos, por si necesitamos intimidad o en un momento dado necesitamos otra habitación.
Si en la distribución original un largo pasillo rodeaba la cocina para llegar a la zona social, ahora no encontramos rastro de pasillo alguno. En su lugar y frente a la puerta de entrada, encontramos una zona recibidor que actúa como distribuidor y enlace entre la zona social y la zona de las habitaciones y los aseos. Desde él, tenemos acceso a una amplia habitación con ventana a un patio de luces interior, a un baño completo que le da servicio, así como también a las eventuales visitas. También accedemos a una amplia habitación doble con baño suite y una pequeña zona vestidor con salida a la amplia terraza. El armario empotrado de esta habitación es la única pieza de obra que conservamos de la disposición anterior de la vivienda.
Por último, la terraza ha sido completamente remodelada, así como los cerramientos que, con grandes ventanales, ofrecen una conexión fluida entre interior y exterior. Debido a la orientación de la vivienda, mayoritariamente hacia el oeste, la vivienda dispone de una abundante entrada de luz solar por las tardes que tamizamos sin necesidad de cortinas con la instalación de unas mallorquinas móviles. Nuestra actuación se completa con la retirada de unas antiguas jardineras de obra que rellenaban el perfil poligonal exterior. De este modo, ganamos amplitud y simplicidad para una terraza que hemos impermeabilizado por completo y recubierto con lamas de madera de teca, de igual modo que las divisoras con las terrazas adyacentes.
Para acabar, mencionamos una curiosidad. De acuerdo con los gustos de nuestra clienta, tan solo existen luces empotradas en los baños y en la cocina. El resto de la iluminación se consigue mediante las diferentes lámparas repartidas por la vivienda y conmutadas a través de los enchufes e interruptores. Y ante la colección de piezas originales que componen las diferentes escenas, no tenemos absolutamente nada que objetar. De hecho, la distinción entre iluminación técnica y decorativa pierde todo el sentido. Las lámparas, todas ellas piezas de diseño emblemáticas, cumplen perfectamente su doble función lumínica y estética, dando luz a una vivienda que nos tiene enamorados y enamoradas.